Firmeza y Gracia: La Corrección de los Líderes

Este artículo examina el papel de la corrección fraternal dentro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día a la luz de la Biblia y los escritos de Elena G. de White, utilizando el método histórico-gramatical de interpretación bíblica. Ante el creciente debate sobre cómo señalar errores o actos de apostasía por parte de líderes eclesiásticos, se establece que la reprensión es un deber moral cuando está motivada por el amor y guiada por principios divinos. A través de ejemplos bíblicos como el ministerio de Jesús y la función del atalaya en Ezequiel, así como las declaraciones del Espíritu de Profecía, se argumenta que la denuncia del pecado no debe ser silenciada, pero tampoco realizada con espíritu crítico o destructivo. Se destaca la necesidad de un equilibrio entre fidelidad doctrinal y mansedumbre cristiana, subrayando que el propósito de toda corrección debe ser la restauración espiritual. El artículo concluye con lineamientos prácticos para abordar los errores en la iglesia de forma constructiva, respetuosa y conforme al carácter de Cristo.

7/5/20255 min leer

Introducción

En la actualidad, la enfrenta desafíos que trascienden lo institucional. Surgen voces preocupadas por errores doctrinales, decisiones administrativas y comportamientos que, a juicio de muchos, se desvían de los principios bíblicos y del Espíritu de Profecía. Este artículo busca, desde una perspectiva profesional y con base en el método histórico-gramatical de interpretación bíblica adoptado por la Iglesia, aportar claridad sobre cómo abordar, desde el respeto y la fidelidad, los pecados y errores cometidos dentro del liderazgo eclesiástico, sin caer en el juicio destructivo ni en el silencio cómplice.

Fundamento bíblico de la corrección fraternal

El principio de corrección entre hermanos es bíblicamente sólido y tiene como base el amor, la restauración y la justicia. En Gálatas 6:1 se nos exhorta: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre; considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”. La meta no es exhibir, sino restaurar.

Asimismo, Mateo 18:15-17 presenta un procedimiento claro y progresivo: corrección privada, luego con testigos y, si es necesario, frente a la iglesia. Este proceso refleja el equilibrio entre la responsabilidad y la misericordia.

En el Antiguo Testamento, Dios encomienda a Ezequiel la labor del atalaya (Ezequiel 3:17-19), que debe advertir al pueblo del peligro. No hacerlo lo haría responsable del derramamiento de sangre. En este sentido, la denuncia del pecado no es una opción, sino un deber moral cuando está en juego la pureza del mensaje evangélico y la salud espiritual del cuerpo eclesial.

El ejemplo de Jesús: Verdad y gracia

Jesús mismo confrontó el pecado de forma abierta cuando era necesario, especialmente en los líderes religiosos. En Mateo 23, denuncia públicamente la hipocresía de los fariseos, no por rencor, sino por amor a la verdad y a la salvación de las almas. Este acto de reprensión se dio tras un proceso prolongado de paciencia y enseñanza.

Jesús, sin embargo, también actuó con compasión. Con la mujer sorprendida en adulterio (Juan 8), no aprobó el pecado, pero tampoco condenó a la persona, sino que la llamó a una vida nueva. Este es el modelo que se espera de todo cristiano comprometido con la verdad: firmeza en el principio, pero ternura en el trato.

El papel del Espíritu de Profecía en la corrección eclesial

Elena G. de White fue contundente respecto a la necesidad de advertir al pueblo de Dios frente a la apostasía, especialmente cuando surge desde dentro:

“Cuando el pecado es acariciado en lugares elevados, es más necesario aún que la voz del reproche se alce... Dios no ha dado a los hombres su mensaje para que permanezcan callados” (Manuscript Releases, vol. 9, p. 290).

No obstante, también fue clara en cuanto al espíritu que debe acompañar esta labor:

“El pecado acariciado por los ministros de Dios debe ser señalado, no con dureza, no con el látigo del desprecio, sino con tierna preocupación por su salvación” (Obreros Evangélicos, p. 253).

Este enfoque respeta la dignidad del otro y busca redimir, no humillar. La crítica destructiva, incluso si parte de la verdad, se convierte en una herramienta del enemigo cuando se divorcia del espíritu de Cristo.

El método adventista de interpretación y su aplicación al conflicto actual

La Iglesia Adventista sostiene el uso del método histórico-gramatical para interpretar la Biblia. Este enfoque busca comprender el texto en su contexto original, respetando la intención del autor inspirado y la coherencia interna de la Escritura.

Desde este marco, entendemos que la verdad debe ser proclamada con fidelidad, pero también que los procesos de disciplina y corrección deben estar normados por los principios revelados. No se puede tomar la reprensión como excusa para crear divisiones o plataformas personales de crítica.

Por tanto, denunciar errores en la Iglesia solo es legítimo cuando:

  • Se basa en evidencias claras y principios bíblicos.

  • Busca la restauración del cuerpo de Cristo.

  • Sigue los pasos establecidos en la Escritura.

  • Se hace en dependencia del Espíritu Santo, no de impulsos humanos.

Riesgos del silencio cómplice y del juicio farisaico

Callar ante el pecado no es virtud. Elena G. de White advierte:

“El pueblo de Dios no debe callar cuando ve que se está apartando de la fe... El silencio en cuanto al mal es un pecado” (Review and Herald, 13 de diciembre de 1892).

Sin embargo, actuar como jueces implacables, sin caridad ni disposición a dialogar, también constituye una transgresión. Muchos, al denunciar, caen en un espíritu de censura que destruye y divide, más que edificar y salvar.

El rol del miembro laico y del liderazgo en la reforma

La historia adventista está llena de reformas que surgieron desde la base. No obstante, cada cambio saludable fue producto de oración, estudio, humildad y dependencia de Dios. El miembro laico tiene derecho a hablar, pero también el deber de hacerlo correctamente.

La reforma debe iniciar en el corazón de cada creyente. Como señaló Elena G. de White:

“Una reforma genuina comienza por una transformación del corazón” (La Educación, p. 57).

Los líderes, por su parte, deben estar abiertos a la reprensión, no con actitud defensiva, sino con disposición al arrepentimiento y la mejora. La autoridad espiritual no exime del deber de la humildad.

Caminos constructivos para abordar los errores

Ante los errores visibles o la aparente apostasía, se proponen caminos coherentes con la Biblia y el carácter adventista:

  1. Orar intensamente antes de hablar. No actuar movidos por la emoción o la indignación.

  2. Estudiar profundamente el asunto. Investigar desde las Escrituras y el Espíritu de Profecía.

  3. Dialogar con respeto. Buscar canales apropiados: ancianos, pastores, juntas.

  4. Denunciar si es necesario, pero con propósito redentor. No escandalizar sin necesidad.

  5. Persistir en el amor fraternal. Aunque no se reciba bien la corrección.

Conclusión

El llamado profético a corregir el pecado y denunciar la apostasía sigue vigente. Sin embargo, el adventista fiel debe ejercer esta responsabilidad a la luz del carácter de Cristo, usando el método bíblico que su iglesia reconoce como autoritativo. Entre el silencio cómplice y el juicio desalmado hay un camino más alto: el camino de la verdad en amor (Efesios 4:15).

La Iglesia remanente está llamada a brillar no por su perfección institucional, sino por su fidelidad a la Palabra y al testimonio de Jesús. Por ello, corregir los errores no es traición, sino expresión de lealtad a Dios. Que el Espíritu Santo nos conceda discernimiento para saber cómo, cuándo y con qué espíritu hablar, para que en todo, Cristo sea exaltado y su iglesia purificada para su pronta venida.

Referencias bibliograficas
  1. Biblia Reina-Valera 1960. (1960). Sociedades Bíblicas Unidas.

  2. White, E. G. (2000). Eventos de los últimos días. Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association.

  3. White, E. G. (1988). La educación. Buenos Aires, Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana.

  4. White, E. G. (1989). Obreros evangélicos. Buenos Aires, Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana.

  5. White, E. G. (1991). Mensajes selectos, tomo 2. Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association.

  6. White, E. G. (1992). Manuscript Releases, vol. 9. Silver Spring, MD: Ellen G. White Estate.

  7. White, E. G. (1892, 13 de diciembre). The Review and Herald. https://m.egwwritings.org

  8. Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día. (1986). Métodos de interpretación bíblica: Un estudio adventista del séptimo día. Silver Spring, MD: Biblical Research Institute.